lunes, 29 de marzo de 2010

¿Qué es la filosofía? ¿Por qué filosofamos? (Martín Grassi)

Creo que la filosofía es la experiencia de un alejamiento respecto de la vida cotidiana que emprendemos en orden a establecer la crítica de lo ordinario, y así poder vivir de modo auténticamente humano, o mejor, llegar a ser lo que somos. Es la experiencia gracias a la cual desnudamos todo nuestro ser para encontrar ese nombre que nos corresponde. Para eso, creo, es necesario romper todos los muros construidos por las lógicas del entorno socio-cultural para abrir así el horizonte de lo posible, el horizonte de la libertad. Pero a este momento negativo de crítica y destrucción le sucede el momento positivo de creación: al vivir libremente, buscamos ser nosotros mismos. Pero este "ser nosotros mismos" implica saber quiénes somos, y tal es la principal pregunta que, creo, corresponde a la filosofía: ¿quién soy yo? a esta pregunta no corresponde una solución -como si se tratara de una ecuación matemática-, sino la respuesta vital de la realización de sí (en última instancia una respuesta que se hace acción, una respuesta que se hace ética).
Así, me parece que la filosofía es a la vez una preparación para la vida y una propedéutica para el morir. Gracias a la filosofía vivimos dentro nuestro, vivimos nuestra propia vida y no la vida que nos quieren imponer otros, esa "vida mecánica" (¡¡qué terrible contradicción!!). Y gracias a la filosofía nos preparamos a recibir la muerte como la prueba necesaria ante la cual me realizo a mí mismo, como la prueba última en la que se presenta la ocasión sin porvenir de gritar MI nombre. ¿Pero acaso puede morir como hombre quien no ha vivido como tal?

Introducción a los sábados filosóficos

Como breve presentación de los encuentros, me veo obligado a subrayar las condiciones o las reglas propias: la primera y principal es pensar, y aquí pensar significa tomarse el tiempo que sea necesario para sitiar y asediar una cuestión hasta que podamos -si es posible- tomarla y conquistarla, hasta que haya rendido toda su luz a nuestra inteligencia. La segunda, y no por eso menos importante, es escuchar, y aquí escuchar también significa tomarse el tiempo de atender a lo que los otros quieran decir, sin precipitar ni adelantar en nada las posibles consecuencias que se derivan de un planteo ajeno. Escuchar es abrirse al mundo que se abre en el horizonte del otro, un mundo con una paleta propia, con sus propios matices. La tercera regla, es la de no citar a ninguna autoridad filosófica cuando se debate, para que no caigamos en una mera discusión de escuelas ni tampoco eludamos pensar la cuestión refugiándonos en grandes nombres, como si dijeramos que una cuestión está resuelta porque tal pibe (y si los filósofos fueron pibes también) dijo tal cosa al respecto. Y la cuarta y última regla es permanecer siempre como esos niños-adolescentes que saltan con pasión inusitada sobre los problemas y las preguntas que más importan al hombre y que después son empañadas por las arrugas de la preocupación cotidiana de un mundo que ya nació viejo y que no conoce nada del arrebato sano de la filosofía y del arte. Ahora sí, ¡a filosofar!

domingo, 28 de marzo de 2010

Bienvenida

Queridos filósofos:
Este es el lugar en el que publicaremos las diversas búsquedas y reflexiones que compartimos los sábados cara a cara. Ahora sí, ¡a filosofar! Con mucho cariño y afecto,

Martín.